ELABORACIÓN:
Nos encontramos ante un caso único, no solamente por la calidad del producto, sino por el origen de su materia prima.
Fue y sigue siendo costumbre de los almacenistas de Jerez, destilar los vinos de algunas barricas, con el fin de obtener “Holandas finas de alquitara”, capaces de proporcionar un auténtico “Brandy destilado de puro vino”. Sin embargo hasta que en 1948 se fundó esta solera con tres barricas de 250 litros, ningún viticultor dedicado al Pedro Ximénez, había hecho algo parecido, y aún hoy esta solera es la única en su tipología que se conoce en España. Entre 1948 y 2007 la Solera se incrementó en 49 barricas más, hasta llegar a conformarse en las 52 botellas que la componen actualmente. Las cuales contienen destilado de “corazón de destilación” lo cual obliga a que -implementando todos los procesos-, el rendimiento por 1000 kg de uva fresca, sea inferior a 90 litros de producto final destilado. Por ese elevado coste, durante años este producto tuvo un consumo estrictamente familiar. Pero en 2008, tras una intensa consideración, D. José Luis Zarzana Palma, Presidente Consejo de Administración de Bodegas Ximénez-Spínola y propietario del las 52 barricas existentes, autorizó a su hijo a embotellar esta “joya”, con la condición de no obtener más de 2100 litros anuales (3000 botellas), tras constatar mediante certificación que la vejez media de cada saca sería no inferior a 25 años.
NOTA DE CATA: A la vista navega entre el ámbar oscuro y el caoba pálido. En la fase olfativa, la intensidad alcohólica inicial propia de sus 40º, se muestra, tras unos segundos de oxigenación, suavemente equilibrada con notas de pasificación, así como los recuerdos a maderas nobles, ebanistería y fondo de solera vieja. En boca es redondo, placentero, profundamente aterciopelado y con una sutil dulcedumbre que recuerda tanto a la materia prima, como a las barricas en las que ha envejecido. La fase retro-nasal está llena de plenitud, con una intensidad de post-gusto muy prolongada y absolutamente inolvidable.
